Paco López Blanco, sujetando el retrato de su padre Rafael López Obrero. |
Hace tiempo que tengo guardado un video de mi amigo Paco López Blanco, éste lo hice con mi móvil un tanto improvisado ya que el encuentro fue fortuito un día que nos saludamos al pasar por su cochera de la calle Nueva, comenzamos a hablar y de un tema me salto a otro, como nos ocurría cada vez que nos cruzábamos por la calle, de ahí surgió este video.
Paco, le dije a él, como te conozco, mejor si te parece te gravo con el móvil porque si no luego no me voy a acordar de la mitad de las cosas que me cuentes, y esto salió y menos mal que lo registré así porque lo he tenido que dividir en dos partes y aunque es largo no tiene desperdicio y como tengo el permiso de su familia quiero que lo veáis tal cual.
La primera parte comprende desde el inicio de la guerra Civil y su marcha a Francia y de regreso a Córdoba capital hasta que vuelve de nuevo al pueblo con 14 años.
En la pared colgaban varios cuadros, Paco se dirige hacia uno de ellos y levantando el brazo lo descuelga para enseñármelo, era de su padre Rafael López Obrero, el cual realizando el servicio militar en Melilla alcanza el grado de sargento en la academia, posteriormente en excedencia se vino a Villafranca para ocupar el puesto de Jefe de la Guardia Municipal hasta que es asesinado a comienzos de la guerra civil, el 13 de agosto de 1936, dejando viuda a su esposa Dolores Blanco Pérez con ocho hijos.
Rafael tenía un hermano, Apolinar, que se dio por desparecido o desconocido en la matanza del desastre de Annual, no tuvo la suerte de su paisano Antonio León Illescas que pudo escapar de la masacre. A finales del siglo XIX y principios del XX el hecho de que en el sorteo les tocara ir a Ultramar (Cuba, Filipinas y Puerto Rico), o a África (Ceuta, Melilla o Protectorado de Marruecos), suponía tanto como caerle luto a toda la familia, porque además de estar un mínimo de tres años sin volver a ver al hijo o hermano querido, en muchos casos ni siquiera volverían a verlo, ya que si morían en combate serían luego enterrados en la lejanía, sin ni siquiera tener la oportunidad la familia de darles una digna sepultura. Hasta tal punto se temía a aquella situación, que había familias que recurrían a la picaresca de hacer la trampa de no empadronar al recién nacido para que en su día no fuera requerido para el alistamiento.
Las tres modalidades básicas entonces establecidas de servicio militar obligatorio, eran: la “normal”, en la que cada mozo iba destinado donde por sorteo le tocara, sin más incidencias; la “redención mediante dinero”, para la que el artículo 151, disponía: “Se permite redimir el servicio ordinario de guarnición en los cuerpos armados mediante el pago de 1500 pesetas cuando el mozo deba prestar dicho servicio en la Península y de 2000 cuando le corresponda servir en Ultramar”; y la “sustitución por otra persona”, que eximía de prestar buena parte del servicio militar al mozo sustituido por otro sustituto que debía realizarlo a cambio de pagarle unas 800 pesetas. Y ahí es donde aquella ley comenzaba a ser tremendamente injusta, discriminatoria y muy inhumana, toda vez que permitía que a los hijos de los pobres no les quedara más remedio que ir a morir a los campos de batalla, mientras que los hijos de los ricos en muchos casos podían esquivar la muerte gracias al dinero que por ellos pagaban sus padres.
Me cuenta Paco que su padre Rafael López Obrero, hermano de su tío Apolinar, trató por todos los medios que a su hermano no lo enviaran a África, pero no lo consiguió, y en julio de 1921 en el desastre de Annual fue uno de las más de 8000 víctimas españolas de la grave derrota española en la guerra del Rif. Y ya no digo más, mejor ver el video.