Mañana 14 de febrero celebramos el
día de los enamorados. A lo largo de muchísimas décadas la expresión “Te quiero más que ayer, pero menos
que mañana” ha estado estrechamente ligada con el Día de San Valentín o
cualquier otra celebración especial entre enamorados. Muchos son los objetos
que llevan estas palabras grabadas, entre ellos la famosa “medalla del amor”,
destinada para ser regalada a la persona amada como máximo exponente del
amor eterno.
Hace unos días, Isabel Martínez que sabe que a mí me gustan todas estas cosas, me enseñó una tarjeta en forma de díptico del año 1969 dedicada a la medalla del amor que servía para tomar los datos del amado al que se quería agasajar, en este caso para su esposo Gaspar Solís. Esto me trae un recuerdo muy entrañable porque el sello que lleva del establecimiento es de mi padre de cuando tenía la relojería en un pequeño por no decir muy pequeño local al final de la calle Alcolea frente a los grupos escolares.
Pero esta frase, en la forma
de “Hoy más que
ayer, pero menos que mañana” (y sus múltiples variantes)
no se popularizó, como santo y seña del amor sin fin, hasta 1909 en el que
a Alphonse Augis,
un prestigioso joyero de Lyon, se le ocurrió hacer unas medallas en las que
aparecía dicha expresión y donde las palabras “más” y “menos” habían sido
sustituidas por los símbolos “+” y “-“ con pequeñas piedras preciosas
(diamantes y rubíes).
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