Cada vez que bajo la calle
Cantareros y miro hacía la sierra, veo la ermita de El Calvario, resistiéndose
a desaparecer de nuestro paisaje. Es evidente que cualquier construcción si no
tiene un mantenimiento, ésta no perdurará en el tiempo por lo que su existencia
está supeditada la voluntad del hombre y que esta sea de su interés, interés
que hoy en día es nulo por lo que si no hay suerte en despertarlo, su
desaparición es evidente.
Vista desde satélite de la ermita del Calvario |
Esta ermita que es punto de
referencia para cualquier villafranqueño y en otros tiempos de vecinos de Adamúz,
El Carpio y Pedro Abad, ahora estamos asistiendo impertérritos al deterioro
continuo y su derrumbe total, sin hacer nada, que yo recuerde solo hubo un
intento a mediados de los 80, promovido por una asociación que se formó con el
nombre de “Amigos del Calvario” con la intención de recuperar la ermita
nuevamente para el pueblo y comenzar su restauración, cosa que no tuvo un buen
final al contar con el apoyo político ni
eclesiástico.
Ahora que todos los esfuerzos de
muchos ayuntamientos y éste nuestro, entre ellos, van encauzados a potenciar su
patrimonio cara a despertar el interés turístico, no entiendo como se está
dejando perder esta ermita con tantos siglos de historia.
Puede que su recuperación, aunque
los trámites se iniciasen de inmediato se alargaría en el tiempo, sí podrían
hacer algo para detener al menos su deterioro con alguna actuación de
emergencia. Muchos mayores, recuerdan cuando
visitaban la ermita haciendo el camino del Vía Crucis, como me relata mi amigo
“El Carbonero” y que podréis oír lo que me cuenta en el video que acompaño con
imágenes de la ermita.
De esta ermita, según datos
obtenidos de nuestro cronista oficial, Luis Segado, no hay constancia de la
fecha exacta en que fue construida, pero es casi seguro que sería en el primer
tercio del siglo XVII, la hicieron en la montaña más elevada y cercana
propiedad del Ayuntamiento que lo tenía dedicado a dehesa y probablemente a
expensas del vicario y rector de la Parroquia de Santa Marina Don Pedro
Rodríguez Guijo que fundó la Obra Pía del Santísimo Cristo del Calvario para
casar a huérfanas pobres de esta Villa;
esta labor social y humanitaria la vino desarrollando desde su fundación y
sabemos que perduraba en el siglo pasado.
En el Libro de Visitas del
Obispado correspondiente al año 1633 aparece con el nombre de Cofradía de
Milicia Cristi del Calvario. En 1659 por una solicitud para poner la solería en
el portal sabemos que ya había muerto su
fundador y su sucesor hace constar "la necesidad de hacer la obra ya aunque todos los años le echan
tierra y cal, cuando falta el casero entran los animales y rompen la costra,
además para que se puedan sentar los días de jubileo, la mucha gente que acude
a oír los sermones”.
El Catastro de Ensenada en el tomo
correspondiente a Hacienda de Eclesiásticos fechado en 1752 nos muestra los
bienes que tenía a censo la "Obra Pía del Santísimo Cristo del
Calvario" consistentes en casas y tierras en Villafranca, Cañete y Lucena
que al tres por ciento le producían un capital
de 1.192 reales anuales".
En el mismo libro y en el lugar correspondiente a gastos
dice “Se gastan anualmente 456 reales en pagar al santero, la cera y el aceite
y en las décimas que cobra el administrador
y el residuo de las rentas se consume en dotes para casar a las huérfanas
pobres de esta Villa".
Por una relación de los bienes
que poseían los establecimientos de beneficencia de Villafranca conocernos que el capital de
esta Obra Pía en 1885, había aumentado con algunas fincas y casas además de en
la ya mencionadas villas, en Adamúz,
Villa del Rio y Rute.
En las numerosas epidemias de
peste que hubo en el siglo pasado fue utilizada esta ermita como lazareto en
unos casos y en otros como centro de observación de apestados, cosa que
prohibió el gobernador eclesiástico en
1884, por ser un edificio destinado al culto divino", no obstante toleraba
que en las habitaciones contiguas a la iglesia se estableciera el lazareto.
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