En septiembre de 2015 publiqué en
el grupo “Historia Gráfica de Villafranca” sobre la aceña del rio, del que tan
solo queda visible las ruinas de las casas de los molineros pero gracias a la
colaboración de mi amigo Antonio Aparicio que me acompañó de nuevo al lugar
para mostrarme lo que aún sobresalía sobre el terreno de lo que era el propio
molino, he decido volver a editarlo complementando la narración con este
hallazgo.
Fotografía y plano de la aceña de Villafranca en el informe de la Confederación del año 1933 |
Un palo marca el agujero realizado con la intención de colocar un
apoyo para una línea eléctrica, me cuenta Antonio que intentando realizar el
agujero parecía que estaban sobre hormigón armado de lo duro que estaba, sin
saber que era la bóveda del techo del molino. Al conseguir horadarlo dieron con
el interior del molino por lo que tuvieron que desistir en su colocación.
Por
un rebaje que hay en el terreno, ha quedado al descubierto una ventana del molino
y que en fotos os muestro. Podría afirmar que si se pudiera retirar todo el
sedimento que lo cubre, el molino aparecería seguramente intacto por lo
compacto de su construcción.
Al igual que otro molino situado en el arroyo El Molino,
llamado molino del Cucarrón y que era un molino de dos ruedas, este molino
harinero y batán a orillas del rio, era un molino de tres ruedas, con una
antigüedad más que notable y con una importancia histórica manifiesta, se
hallaban situados en término de
Villafranca. La aceña y el batán de esta población fueron propiedad, primero,
de la Orden de Calatrava, a cuya encomienda de Martos perteneció la villa hasta
mediados del siglo XVI, y más tarde de los marqueses de Priego, manteniéndose
siempre en manos del señorío de la villa. A fines del siglo XV, la aceña de
Villafranca rentaba a la encomienda, siempre en especie, cantidades de cierta
importancia, como las 240 fanegas de trigo que se documentan en 1459, 600
fanegas en 1490, 530 en 1492, y 500 en los años 1501 y 1514.
Las infraestructuras que utilizaba para su funcionamiento
fueron objeto de un cuidado y atención constantes por parte de sus
propietarios. Así, en el libro de visitas que realizaron los visitadores de la
Orden a la encomienda de Villafranca en 1463 se dice:
"Otrosí por cuanto vimos las aceñas y el batán de la
dicha vuestra encomienda y miramos el azuda de ellas, que está en algunos
lugares aportillada y que si no se adoba y repara vendrá muy mayor daño, por lo
cual vos mandamos que del día de San Miguel primero que vendrá en un año la
hagáis reparar y la deis acabada y hecha porque como dicho es mayor daño no
venga".
En 1491 los monarcas encargaban a Rodrigo del Moral, prior
del monasterio de San Benito de Jaén, y a Juan de Angulo, comendador de
Calatrava en Córdoba, que juzgasen la demanda interpuesta por Gonzalo García de
Lopera, vecino de Montoro, porque había arrendado de Alfonso Pacheco,
comendador que había sido de Villafranca, las aceñas de la citada población y
por haberse estropeado la azuda no quería pagar la renta conforme estipulaban
las condiciones del contrato.
Casas de los molineros |
Por último, sabemos que en 1514 Martín Ruiz y Juan Ruiz de
Montoro, vecinos de Villafranca, "tenían
arrendadas de mancomún las aceñas de la villa, que son de la encomienda de
Calatrava, por tiempo de cinco años", y que en dicha fecha el primero
traspasó su parte al alcalde Alfonso Gómez de Lara, por los cuatro años que
restaban de contrato y por el mismo precio y condiciones.
Junto a la aceña,
situado quizá en un edificio anexo, en el interior de la misma casa o al
exterior, pero en cualquier caso aprovechando la misma azuda o presa de deriva,
se hallaba el batán, propiedad igualmente de la encomienda. El batán de
Villafranca aparece referenciado en los diferentes libros de visita de la Orden
y proporcionaba a la encomienda una cuantiosa renta que en 1459 ascendió a
3.000 mrs., se elevó en 1490 hasta los 14.000 mrs., volvió a descender
ligeramente durante los años siguientes y que alcanzó su máxima rentabilidad en
1501 con 14.500 mrs.
La rentabilidad del batán se situaba únicamente por debajo de
la del horno de pan que la encomienda poseía en la villa, que llegó a rentar
40.000 mrs. anuales entre los años 1490 y 1495. Y su importancia queda también
de manifiesto en documentos como el firmado por Antón Rodríguez, vecino de
Villafranca, en 1507 cuando afirmaba tener arrendado el batán de la villa a
Alfonso Sánchez, a la par que lo denunciaba ante el alcalde de la población por
mantenerlo sin uso y parado, "por lo
que pidió al alcalde que mandara poner un fiel en el dicho batán para que no
estuviese parado" .
La aceña y el batán de Villafranca se hallaban ubicados en la
misma azuda del río, aguas abajo del puente, donde la conocida "aceña de
Villafranca" ha estado situada hasta el propio siglo XX y que sigue siendo
conocido por el término de "La Seña". En la actualidad la aceña ya no
resulta visible, al haber quedado oculta por el recrecido del río provocado por
la edificación de la central eléctrica de Villafranca, pero subsiste la llamada
casa de los molineros, cerca de la orilla, y sabemos que la instalación se
mantuvo en funcionamiento hasta mediados del siglo XX, pues aparece reseñada en
el informe de la Confederación Hidrográfica de 1933.
Fuente: Concepción Quintanilla,
“ Villafranca, una encomienda calatrava en el reino de Córdoba”.
Otras imágenes: Las casas de los molineros
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