lunes, 1 de mayo de 2017

SAN ISIDRO LABRADOR DE NOMBRE ISIDRO MERLO QUINTANA

Portada revista de romería 2014


Mucho se ha hablado ya de la vida de San Isidro, qué podría yo añadir más de su vida y milagros, relatados en los muchos pregones y artículos de nuestra romería. Pero quiero contaros de él, lo que me ha llamado la atención de lo que he encontrado indagando en su biografía.

Sabéis que los padres de Isidro se llamaban Pedro e Inés y que estos llamaron a su hijo Isidro probablemente en honor de San Isidoro, emblemático arzobispo de Sevilla de la época visigoda. Isidro nació en Madrid en 1082, cuando la pequeña ciudad todavía estaba en manos de los musulmanes, pero le quedaba un tris para cambiar de bando, a la fuerza, por supuesto.



San Isidoro de Sevilla

Era un hombre excepcionalmente alto para su época, medía 1,80 metros según demuestra la envergadura de su cadáver y vivió una eternidad, 90 años, que igualmente en aquellos tiempos era una burrada, como ahora, vamos, pero por entonces más. La infancia de San Isidro transcurrió en los arrabales de San Andrés, en lo que hoy es el céntrico Barrio de La Latina pero la inestabilidad militar en Madrid obligó a la familia del santo a trasladarse a Torrelaguna, donde se dice que conoció a su mujer  María Toribia, posteriormente Santa María de la Cabeza, y tuvieron un hijo que se sepa, de nombre Illán, y que siguiendo las estela paterna, también le dio por obrar milagros, o eso dice la gente de Madrid de toda la vida, tan devota de esta familia campesina y campechana.

La historia de este humilde labrador es excepcional para una época, el siglo XI, donde la gran mayoría de santos eran de origen eclesiástico o noble. Como suele ocurrir con todos los santos medievales, el mito y la realidad confluyen en su biografía sin que sea posible saber dónde empieza uno y donde acaba otro.

Es paradójico que Madrid, conocida desde los tiempos de los visigodos por el enorme acuífero que atraviesa el subsuelo madrileño, diera luz al santo labriego que tantos milagros realizó vinculados al líquido elemento, al cual le atribuyen más de 400 milagros y narro alguno de ellos:


El pozo de San Isidro

Posiblemente el milagro más famoso de todos es el que salvó a su hijo Illán de una muerte segura. Al parecer, mientras San Isidro se encontraba trabajando en el campo su hijo cayó en el interior de un profundo pozo.

Cuando llegó se encontró a su mujer, Santa María de la Cabeza desesperada y lamentándose por lo que había ocurrido. Ambos se pusieron a rezar junto al pozo y pronto el nivel del agua comenzó a subir hasta que el niño salió a la superficie. Este pozo es el que se puede ver si se visita el Museo de los Orígenes o Museo de San Isidro en la Plaza de San Andrés.

El Milagro del Pozo


Aparición de fuentes y manantiales

Otro de los fascinantes capítulos atribuidos a San Isidro y también tiene como protagonista al agua. Un día que el santo estaba cumpliendo con sus labores del campo recibió la visita de su señor, Iván de Vargas, quien le pidió un poco de agua para beber ya que era un día muy caluroso. El santo se dio cuenta entonces de que se le había terminado así que cogió su cayado y golpeó el suelo diciendo: “Cuando Dios quería, aquí agua había”. En aquel mismo instante comenzó a brotar agua del suelo. Este punto es desde antaño una fuente cuya agua muchos creen que tiene propiedades curativas y donde la Emperatriz doña Isabel mandó levantar la ermita, en 1528.




Ayuda divina en el campo

Otro milagro que ha llegado hasta nuestros días nos relata que San Isidro contaba con una ayuda muy especial en sus tareas del campo. Concretamente, la de dos ángeles que labraban con los bueyes mientras que él rezaba.




El saco de grano misterioso

San Isidro tuvo un gran amor por los animales y su relación con éstos también desembocó en otro capítulo milagroso. Un día que había nevado nuestro protagonista se dirigía al molino cargando sobre sus espaldas cargaba. Cuando llegó a su destino descubrió con asombro que el saco estaba otra vez lleno.





Comida infinita para los pobres

Otro episodio milagroso es el de la llamada “olla de San Isidro”. El Santo organizaba de forma periódica (en algunos sitios he leído que todas las semanas, y en otros que de manera anual) comidas para los más necesitados. El caso es que en cierta ocasión, el santo no contaba con alimento suficiente para tantos asistentes. Para tratar de remediarlo, a la vez que rezaba comenzó a introducir el cazo en la olla y ésta parecía no tener fin. Siguió sirviendo más y más comida hasta que todos quedaron saciados.




El cuerpo incorrupto

Seguimos con los milagros atribuidos al patrón de Madrid, éstos ya acaecidos una vez muerto. El primero de ellos es que murió en 1172 y fue enterrado junto a la Iglesia de San Andrés. Sus restos fueron exhumados décadas más tarde y descubrieron con asombro que el cuerpo estaba incorrupto. Este milagro va estrechamente ligado al siguiente…




Consejo en la Batalla de las Navas de Tolosa

Cuando Alfonso VIII regresó victorioso de la batalla de las Navas de Tolosa cuenta como en el devenir de la guerra había resultado decisivo el consejo de un pastor que les había mostrado un camino secreto en Sierra Morena para sorprender a los musulmanes. Cuando el monarca contempló el cuerpo intacto de San Isidro reconoce entonces al pastor que sabiamente le había aconsejado en la batalla. ¡El Santo se le había aparecido una vez muerto para guiarle hasta la victoria!


El rey Alfonso VIII de Castilla

Sanación de Felipe III

Para finalizar, quería hablaros del milagro que le valió la beatificación al Santo. Estando Felipe III gravemente enfermo, éste pidió que le llevaran el cuerpo de San Isidro para ver si de esta forma su salud mejoraba. Como os podéis imaginar, esta “visita” al monarca tuvo un inmediato efecto sanador y en agradecimiento, el Rey inició los trámites de una beatificación que tuvo lugar el 14 de abril de 1619.


El rey Felipe III de España

Como veis la vida de San Isidro da para varios secretos, no es de extrañar teniendo en cuenta que vivió cerca de 90 años, una longevidad totalmente fuera de lo común en los Siglos XI y XII.



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