viernes, 19 de abril de 2019

ERMITA DE LAS ANGUSTIAS

Ermita de Las Angustias


De esta ermita, el Viernes Santo salen tres pasos, Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad, María Santísima de la Soledad y Santo Sepulcro.


Tiempo atrás presentaba un estado lamentable, hasta que en el año 2006 el Ayuntamiento  comenzó con su restauración con fondos propios, el presupuesto es de 75.000€, de los cuales  Diputación aporta 30.000€. Hoy presenta un estado inmejorable gracias a la labor que está realizando la nueva hermandad de María Santísima de la Soledad. Esta imagen, anterior a la guerra civil, tenía su sede en la ermita que tiene el nombre de esta advocación, La Soledad, la cual debería recuperarse para el culto y no dedicarse para ningún fin distinto para la cual fue construida.

He rescatado un artículo de D. Luis Segado que lo titula “El ocaso de una Ermita” y es de agradecer que se haya recuperado este patrimonio para disfrute del pueblo de Villafranca y para todo el que nos visite.

Acompaño este artículo con fotos que tengo de esta ermita unas antiguas y otras más actuales.




Junto a la huerta del palacio que fue de los Comendadores de Calatrava, se alza la última de las ermitas que se construyeron en la localidad. Dedicada a Nuestra Señora de las Angustias, tuvo su origen en otra más antigua que recibía el nombre del abogado de las epidemias, San Sebastián.

Su situación entre los dos principales accesos a la villa, el Camino de la Barca y el de Córdoba, la convertían en vigía permanente de Villafranca, impidiendo el paso a todos los males que llegaran a sus puertas.

Al contemplar su estado ruinoso no puedo dejar de evocar su historia y rememorar otros tiempos en que a fortuna le dio mejor trato.

Poco sabemos del primitivo templo que ya existe en el siglo XVI y era sede de las Cofradías de San Sebastián y de la Vera Cruz, que acaban fusionándose en los primeros años de la centuria del seiscientos.

Los principales actos que se celebran en él son la solemne función religiosa el día de San Sebastián, y traslado de su imagen a la parroquia para ofrecerle rogativas cuando el fantasma de la peste ronda la población. También la hermandad de la Vera Cruz, primera pasionista de la villa, organiza sus cultos en la ermita. Sin duda el más importante tiene lugar el Jueves Santo cuando sus miembros hacen estación de penitencia por las tortuosas calles del pueblo. A la imagen titular, probablemente un crucificado conocido como el Cristo de San Sebastián, le siguen un nutrido grupo de cofrades entre los que se encuentran los disciplinantes, que al final del recorrido curan con vino las heridas producidas por los azotes.

La vitalidad de la cofradía de la Vera Cruz continúa a lo largo del siglo XVIII. Así, en 1729 compran una nueva talla del Cristo, para cuya adquisición colaboró el concejo con 30 reales.

Otra imagen que se venera en esta ermita es la de Nuestra Señora de las Angustias, que ya tenía altar propio en 1528, fecha en que María de Lora, mujer de Alonso Ruíz manda en su testamento que a su muerte se digan "las treinta misas de pasión" ante el altar de la Virgen de la Piedad de esta villa. Asimismo, en 1644 Catalina Alonso la Tejedora, expresa entre sus últimas voluntades "que se haga un manto de tafetán blanco a Nuestra Señora de las Angustias que está en la ermita del señor San Sebastián..."



La talla de la Virgen con su Hijo muerto en brazos, también se procesiona la larde del Jueves Santo, pero debido al excesivo volumen del grupo escultórico no sale todos los años.

A finales del siglo XVIII, don Pablo del Valle y Rio dona a la ermita de las Angustias una imagen del Resucitado, para que recorra las calles "la primera mañana de todas las Pascuas de Resurrección".

Por esos años la antigua iglesia de San Sebastián sufre algunos deterioros por lo que deciden pedir limosna para construir una nueva, tomando como modelo el recién edificado templo de Nuestra Señora de los Remedios. En 1793 la obra había concluido, pero quedan por terminar algunos adornos interiores. El fervor que despierta en los fieles la imagen de las Angustias, que ocupa el lugar preferente del retablo mayor, hace que el templo cambie su primitivo nombre, por el de esta advocación mariana.

Uno de los últimos benefactores de la ermita fue Don Ildefonso de Torres y Rojas, que en 1889 solicita al obispo permiso para ser sepultado en ella, por la mucha devoción que le profesa a la Virgen de las Angustias. El párroco informa favorablemente por los grandes reparos que ha hecho en este templo "que puede decirse que por ellos se conserva", y porque se dispone a costear una verja de hierro en la parroquia "para evitar el paso de los animales y conservar mejor los muros". Teniendo en cuenta el dictamen del sacerdote y que el cementerio municipal se encuentra en la capilla de San Miguel, más cercana al casco urbano, el prelado accede a la petición.

En 1914 la iglesia de las Angustias tiene cuatro altares: el mayor está presidido por la imagen titular flanqueada por dos tallas de madera, la del Resucitado a la derecha y la de San Sebastián a la izquierda. En el crucero hay dos capillas, la de Jesús preso en la situada al lado del evangelio y la de Nuestra Señora de los Dolores en el de la epístola. Frente a la puerta lateral un gran lienzo de San Cayetano, pintado al óleo, forma el retablo. De sus paredes cuelgan diez cuadros.

La orfebrería está representada por las siguientes piezas: seis sortijas de oro y esmeraldas, dos medallones de oro, un rosario y una joya del mismo metal con perlas engarzadas. En plata se guardan: una lámpara, una diadema y un corazón para Nuestra Señora de las Angustias, una corona para la Virgen de los Dolores, dos rostrillos, un cetro, seis potencias para el Señor, una caja para guardar el viril, un crucifijo, dos candeleros y unas vinajeras. Los objetos de menos valor son: un par de candelabros de madera, seis de metal y dos crucifijos del mismo material.

El ajuar de las imágenes es más bien escaso y se compone de un vestido y manto de color blanco para la Virgen; dos frontales y un manto de terciopelo negro, para Nuestra Señora de las Angustias y una túnica de la misma tela para Jesús. En la sacristía hay algunos ornamentos sagrados como casullas, de varios colores; albas, corporales, purificadores, etc.

Durante la guerra civil esta ermita corrió la misma suerte que todas las iglesias de Villafranca. Al saqueo e siguió la destrucción de las imágenes y de todos los enseres que había en ella, asimismo el edificio quedó bastante deteriorado. Los daños ocasionados fueron evaluados por el párroco en once mil pesetas.

Al finalizar la contienda, el templo no vuelve a recobrar sus esplendores pasados. Primero se utilizó de granero y más tarde para sala de cine y teatro. En 1963 le hicieron una pequeña obra con objeto de celebrar culto en ella; en el presbiterio y teniendo como fondo un dosel de seda roja se veneró, aunque por poco tiempo, la talla del Cristo de la Caridad.

Tras este breve paréntesis y después de usarse como sede de la "Peña San José" y almacén, la dejadez se ha apoderado de ella. Sus fuertes muros de piedra se agrietan, en sus tejados crecen hierbas y arbustos que poco a poco los van destruyendo, entre sus huecos anidan las aves y en el interior se aprecia cada vez más la huella del abandono.
Pero, no basta con lamentarnos, como custodios del legado que nos hicieron nuestros antepasados estamos obligados a recuperarla para que forme parte del patrimonio artístico del pueblo, que junto con su historia, sus tradiciones, sus costumbres, sus leyendas, sus fiestas... debemos preservar porque juntos forman la identidad y esencia de Villafranca.

Ojalá que la dejadez, la apatía, el abandono, la burocracia..., no colaboren a la total destrucción de esta ermita que junto al Camino de la Barca y al de Córdoba fue durante mucho tiempo vigía y guardiana de esta Villa.

GALERÍA DE FOTOS:

Nuestra Señora de las Angustias





Año 1985


Año 2001


La flecha indica un texto tallado en la piedra


Detalle de texto ilegible, probablemente formaría parte de otro texto antes de su reconstrucción y al colocar las piedras de nuevo, solo ésta quedó con la escritura a la vista









En la intersección del crucero se levanta una bóveda semiesférica sobre pechinas decoradas con molduras muy sencillas.




María Santisima de la Soledad preside sobre el camerín de planta circular al que se accede por una amplia escalera de dos tramos.


Bóveda circular del camerín.








Pintor cambiado el color de las molduras azules por dorado.Foto extraída del boletín de la Hermanda de la Soledad.


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