ARTÍCULO EDITADO EN LA REVISTA DE ESTE AÑO 2019 CON MOTIVO DE LA FERIA DE SANTIAGO.
D. Manuel Villalba y Burgos |
Titulo así este artículo porque
en Villafranca también nació el 15 de enero de 1845, Pedro Pablo Herrera
Zamorano que en 1886 abandonó la política activa y fue destinado como
funcionario a Filipinas donde residió hasta la pérdida de dicha colonia. Allí
ocupó distintos cargos relevantes como los de gobernador político-militar de la
isla de Negros y gobernador civil de las provincias de Ilocos Sur y Zambales.
En las elecciones de 1873, Manuel
Villalba y Pedro Pablo Herrera, obtuvieron el acta de diputados a cortes
generales, el primero por el distrito de Pozoblanco y el segundo por el
distrito de Montoro.
Son muchos los datos que hay de
estos dos paisanos nuestros por lo que abreviaré en lo posible, centrándome
especialmente en Manuel Villaba Burgos y comprometiéndome en futuras
publicaciones de mi Blog y de Facebook, extenderme en las vidas de estos dos
ilustres personajes.
Manuel Villalba y Burgos, en el centro y de blanco, rodeado de familiares. Foto: Manuel Brito Esqueta. |
D. Manuel María del Sacramento y de la Santísima Trinidad Villalba y Burgos nació en Villafranca, provincia de Córdoba, el 25 de septiembre de 1845. Dos días después fue bautizado en la parroquia de Santa Marina de Aguas Santas, así consta en el traslado de la partida de bautismo, inserto en su expediente académico conservado en el Archivo Histórico de la Universidad de Sevilla, la partida original estaba firmada por el oficiante y rector de la parroquia villafranqueña, D. Miguel Córdoba y estaba asentada en el libro 24 de bautismos y digo estaba porque todo desapareció en el incendio deliberado de la iglesia de Santa Marina de Aguas Santas en los primeros días de la guerra civil desapareciendo trágicamente y para siempre sus libros sacramentales.
Las raíces de Villalba y Burgos se hunden en la campiña cordobesa, sus abuelos paternos D. Manuel Villalba y Rueda y Dª. Teresa Ribera y Luque, eran naturales de Montalbán, mientras que los maternos, D. Juan Macabeo de Burgos y Duque y Dª. María Josefa Ruiz y Arébalo, lo eran de Villafranca. Su padre, D. Antonio Villalba y Ribera, nació en Montalbán hacia 1814 y debió de establecerse en Villafranca al contraer matrimonio con la villafranqueña Dª. María Francisca de Burgos y Ruiz, nacida en 1817.
El matrimonio vivió en la calle Jerez, en el número 5. Ambos fallecieron en Villafranca, primero Dª. María Francisca (16 de febrero de 1892, a los 75 años) y, un año después, D. Antonio (15 de octubre de 1893, a los 79 años).
Del matrimonio nacieron cinco hijos, todos nacidos en Villafranca: Manuel Villalba y Burgos, que permaneció soltero, María Teresa casada con Juan Esqueta Ponce (muere en Córdoba el 26 de julio de 1927, a los 78 años), Patrocinio casada con Antonio Viana Iglesias (muere en Villafranca el 27 de enero de 1927, a los 77 años), Amalia (sin datos) y Flora (muere en Córdoba el 29 de agosto de 1941, a los 95 años). Que se sepa, solo María Teresa y Patrocinio contrajeron matrimonio.
¿Os suena el nombre de Flora?, si recordáis el artículo titulado “La Flora” que publiqué en octubre de 2015 en el grupo de Facebook “Historia Gráfica de Villafranca”, para los que no, os cuento:
Doña Flora Villalba y Burgos
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LA FLORA: Seguro que esto lo habéis oído decir muchas veces, ¡eres más exagerá que la Flora!, pero quién era la Flora.
Dª. Flora Villalba Burgos era soltera, vivía en la casa donde está ahora la Escuela Hogar, que fue una mansión señorial y en su fachada tenía dos escudos de piedra, de López de Priego y Daza, familia a la que perteneció, y que vendieron al marcharse al Carpio. La casa tenía el encanto de sus muebles, exóticos traídos por su hermano de Filipinas, Manuel Villalba y Burgos. A todos los encantos de la casa, había que añadirle, ciertos misterios que atraían e impresionaban, y eran en sus sótanos inmensos, (decían que llegaban hasta el rio), y en ellos la inquisición aplicaban sus castigos. ¿Sabéis lo único que le hacía falta a la casa para ser más misteriosa? ¡Un fantasma! Porque en el pueblo por esa época lo sabían todos.
Casa de la Flora, hoy Escuela Hogar Ntra. Sra. de los Remedios. |
La Flora, era alta, huesuda, de ojos claros muy expresivos, ¡sorda! usaba siempre una trompetilla de plata; vestía como a principio de siglo un hábito gris de San Francisco, hasta los pies con una gran esclavina, el cabello gris peinado hacia arriba ahuecado, y un moño alto. Una de sus extravagancias era, que cuando había grandes tormentas, mientras más arreciaban los truenos y relámpagos, más se alegraba ella, asomándose a puertas y balcones empezaba a hacer palmas, diciendo “Ole, ole, Omnipotencia divina, bendita seas” así a grandes voces, hasta que desaparecían.
Las exageraciones más grandes eran contra los varones, tenía una fobia grandísima a dicho sexo, si su hermana cogía una aguja para coser un botón a los pantalones de su marido, ésta había que tirarla inmediatamente, si el latonero le arreglaba una sartén y se la acercaba al cuerpo, ésta seguía el mismo camino de la aguja. Para abrir la cancela, siempre cogía la manivela con un trapo por si acaso su cuñado la había tocado antes. De este tipo de anécdotas, tenía bastantes más, por eso cuando oigáis alguna vez esta popular frase, ya sabéis quien era este singular y popular personaje. ”Descripción hecha por Miriam en un artículo de 1985 de la revista Fuente Agria”
Manuel Villalba y Burgos era el primogénito y único varón de una familia de “propietarios”, lo que le permitió dedicarse a los estudios. Entre los años 1858 y 1864 realiza los de bachillerato en el Instituto de Córdoba y el Aguilar y Eslava de Cabra para posteriormente cursar la licenciatura de Derecho en la Universidad de Sevilla entre los años 1864 y 1870.
De ideas republicanas moderadas, se encuadró en el Partido Democracia Gubernamental, más conocido como Partido Posibilista, liderado por Emilio Castelar y Ripoll, presentándose a diversas elecciones a diputado en Cortes entre 1872 y 1891.
Cartel comercial de la Compañía General de Tabacos de Filipinas. |
En marzo de 1898, el republicano cordobés Manuel Villalba y Burgos embarca en el puerto de Barcelona con rumbo a Manila a bordo del vapor “Isla de Mindanao”, el precio del pasaje oscilaba desde 1.725 pesetas en primera clase a 665 pesetas en tercera, para tomar posesión de su cargo de gobernador civil de la provincia filipina de La Unión, nombrado por la reina María Cristina, conocida popularmente por “Doña Virtudes”: “ A propuesta del Ministro de Ultramar, en nombre de mi Augusto Hijo el Rey D. Alfonso XIII, y como Reina Regente del Reino, vengo a nombrar Jefe de Administración de segunda clase, Gobernador civil de la provincia de La Unión, en las islas Filipinas, a D. Manuel Villalba, ex Diputado a Cortes. Dado en Palacio, a veintinueve de enero de mil ochocientos noventa y ocho. MARIA CRISTINA. El Ministro de Ultramar, Segismundo Moret y Prendergast”.
Durante el viaje, fue tomando notas sobre la vida a bordo del buque y los lugares por los que éste navega y hace escala (Port-Said, Adén, Colombo, Singapur), que posteriormente publicaría en once entregas en el Diario de Córdoba, para concluir sus apuntes con un escrito en el que describe la situación de Manila en los días siguientes a su llegada, donde sería testigo presencial (desembarcó en la capital del archipiélago una semana antes) de la destrucción de la escuadra española por parte de la estadounidense en la batalla de Cavite(1 de mayo de 1898). Mientras esperaba un inminente bombardeo de la ciudad, en estas páginas finales Villalba y Burgos analiza el origen de la tensa situación política y social que vivía por entonces Filipinas y expone amargamente su sorpresa ante la falta de defensas en Manila para hacer frente a la escuadra americana.
D. Pedro Pablo |
Curiosamente, las vidas de Herrera Zamorano y Villalba Burgos se encontrarán años después en las remotas islas Filipinas, a donde fueron destinados, el primero, en 1886 y, el segundo, en 1898; aún más, éste se alojó en casa de su paisano y juntos asistieron al hundimiento de la escuadra española en la bahía de Manila el 1 de mayo de 1898. La distancia hizo olvidar las diferencias políticas entre ambos.
Regresado a España se pierde la pista de Manuel Villaba, ya que ni siquiera se ha conservado su expediente personal de servicios. El 17 de septiembre de 1919 Manuel Villalba testó en Murcia capital en la notaría de D. Rafael Guallart. Debió fallecer a fines de 1921 o principios de 1922, ya que el 22 de febrero de este último año tuvo lugar la partición de sus bienes entre sus herederos, gracias a la información dada por D. Manuel Brito Esqueta, bisnieto-sobrino del político villafranqueño. Por otro lado D. Pedro Pablo Herrera y Zamorano, muere en su pueblo natal el 16 de marzo de 1914 en su casa de la calle Isaac Peral, número 4.
Fuentes:
.-” De Barcelona a Filipinas: Impresiones de un viaje en 1898” de PH Nuchera. Miraguano Ediciones.
.- “Miriam”, año 1985, revista Fuente Agria.
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