jueves, 18 de octubre de 2018

PANADERÍA BLANCO CIERRA SUS PUERTAS


Esta panadería casi centenaria, el miércoles día 10 de octubre de 2018 realizó su  última hornada de pan, siendo regentada en tercera generación por el nieto del fundador,  Andrés Blanco Copado y su esposa Lola Delgado Mendoza.

Entrada a la panadería.


Sabiendo de su cierre he querido dejar reflejado en esta edición como ha sido su último día de actividad en la panadería , visitando el despacho de pan que tenían en las casitas en casa de Anita Díaz y en la propia panadería tanto en el despacho de pan como en el obrador así como dejar constancia del último trabajo realizado de cada uno de los que formaban este equipo de la panadería, a Andrés Blanco atendiendo el despacho de las casitas y luego elaborando repostería, a Lola atendiendo el despacho de la panadería y a los oficiales panaderos Alfonso y Paco Ramírez, elaborando su última hornada de pan.

Andrés atendiendo por última vez el despacho de las casitas.


En la fachada del despacho unos clientes llevan sus últimas compras de pan.


Lola atendiendo su último día en el despacho de la propia panadería.

Mientras Andrés Blanco está trabajando elaborando unos ricos cortaditos de sidra, le pido que me vaya narrando como fueron los comienzos de esta actividad y me de algunos detalles cronológicos de su historia. Comienza diciendo que el fundador fue su abuelo Andrés Blanco Pérez y era segador cuando comienza a alternar este trabajo con la elaboración de pan, sobre el año 1927 aproximadamente,  junto con su señora Remedios Cuestas Ramírez, hasta que consideró que este negocio era más rentable que el oficio de segador y ya se dedicaron en exclusiva al pan, aunque por carecer de horno tenían que ir a cocerlo al horno de Angelita Nieto, señora que crió a Manuela “La del pan”.

Andrés elaborando sus últimos pastelitos de sidra.

Unos años antes de la guerra civil compran un horno que estaba situado en la misma finca que el horno actual, en la calle Hornillo, comprado con un acuerdo de pago por plazos, así hasta que comienza la guerra y salen del pueblo estableciéndose en la finca de Navasoguero (Adamúz). Su padre, Francisco Blanco Cuestas, se queda en Villafranca, ofreciéndole los cabecillas de las tropas sublevadas que siguiera haciendo pan, él le dice que no tiene inconveniente pero que la harina había que traerla de El Carpio y éste estaba tomado por las fuerzas republicanas, le dijeron que ya arreglarían ese inconveniente, pero al día siguiente el pueblo es tomado por los milicianos republicanos y se marcha también al encuentro con sus padres en la finca de Navasoguero, finca que  posteriormente la compra su padre Francisco aunque todos le llamaban Frasquito. Allí se dedican a hacer pan pero como el horno de allí era pequeño se trasladaron a un horno más grande, de la finca de al lado también llamada Navasoguero.

Maestro panadero, Alfonso Ramírez Copado, elaborando su última hornada de pan.

De allí marchan a Villanueva y Francisco Blanco se alista en los carabineros, donde sirve durante toda la guerra. Terminada esta vuelven de nuevo al pueblo y reanudan su actividad en el horno sus abuelos y la familia, Frasquito terminada la guerra tiene que hacer el servicio militar y se incorpora una vez terminada esta. Me cuenta Andrés Blanco que la señora que le vendió el horno a su abuelo viendo que era un negocio muy rentable quiso  recuperarlo pensando que no podrían hacer frente al pago pero su abuelo le dio todo el dinero que le debía, dinero que según le cuentan, esta señora tuvo que gastárselo luego todo en pan.

Maestro panadero, Francisco Ramírez Copado, igualmente.
Sobre el año 1962 se funda la cooperativa del pan unificando todas las panaderías existentes en Villafranca y tenía su sede frente su panadería en la calle Hornillo, en casa de Juan Illescas. Esta Cooperativa dura pocos años, hasta que empiezan a traer pan de Bujalance entablando una guerra de precios que motiva que la cooperativa se disuelva y cada panadero vuelva a su sitio de nuevo. Por esta panadería han pasado muchos oficiales panaderos y ayudantes, como Juan Blanco Gallardo, Pepe Blanco, Alfonso Serrano, su tío Apolinar y su tío Curro, Andrés “El Gatuno”, Manolo “de Casa Blanca”, Enrique “de las bombonas”, Rafael Oña de pequeño… por último sus primos Alfonso y Francisco Ramírez.

Fotos realizadas por Alfonso atendiendo mi petición para no tener que pasar yo la noche en vela.




En los mejores años de este negocio se llegaban a amasar casi una tonelada de harina diaria y lo tenían que amasar en un “malacate” que era una especie de amasadora con unas cuchillas acopladas a un eje tirado por una yegua que también utilizaban para cargarla de pan y vender por la calle, luego fue sustituida esta, por otra amasadora con  una manivela accionada por ellos, hasta que ya pudieron trabajar las máquinas con luz eléctrica, aunque tenían que tener preparado un grupo electrógeno de gasoil porque el servicio eléctrico era muy deficiente.

Amasadora de pan eléctrica.

El horno al principio era calentado con leña de jarra, que recogían los muleros hasta que comenzaron a usar leña de encina, luego se cambio por otro horno también tradicional de ladrillo pero que se calentaba con combustible u por último por otro donde se puede meter el pan con las bandejas sobre carros.

Horno tradicional de ladrillos giratorio calentado por gasoil.


Horno moderno

El encargado de traer la harina y meterla en el almacén era su tío Andrés, este manejaba el camión pero dice que su tío nunca tuvo carnet de conducir. Su madre, Teresa Copado y luego también su tía María se dedicaban a la cocina que según él, no era chica, porque preparaba comida para mucha gente de los que había colaborando en la panadería bien directa o indirectamente.

























En cuanto él, comienza a colaborar en la panadería casi de nene, vendiendo tortas por la calle, hasta que poco más tarde sustituía a su tío Curro o a cualquier panadero de faltase. A finales de los 70, recibo explicaciones para comenzar a fabricar repostería fina, hasta que sobre el año 80, su hermano Paco Blanco se ocupa ya mayormente de este cometido. Le pregunto a Andrés por los vales de pan que antiguamente utilizaban en las panaderías y Lola me regala para el recuerdo una muestra de ellos. 



Y a grandes rasgos esta es la historia de esta panadería casi centenaria, la cual he visitado muchas veces por mi relación casi familiar debida a  la gran amistad que tenía con mi amigo y hermano Paco Blanco.

Andrés y Loli me dicen que si por un lado se alegran de que ya puedan disfrutar sin ataduras por otro lado van a añorar lo mucho vivido en este horno y el maestro panadero  Alfonso me decía que ahora tendrá que ir adaptando su reloj biológico a dormir de noche y no de día, así como su hermano Paco.

Y si ellos pueden tener añoranza, estoy seguro de que todos los villafranqueños, sobre todo los más mayores que hemos conocido muchos años esta panadería, hayamos sido clientes o no, la vamos a echar también de menos.


Calle Hornillo, una calle pequeñita pero que pasará a la historia por haber sido sede de una panadería y una cooperativa de pan.


3 comentarios:

  1. La verdad es que los que hemos visto esta panadería desde pequeños nos da mucha pena que uno de estos negocios de toda la vida desaparezcan, pero todo tiene un principio y un final. Solo decearles a Andrés y Loli una nueva etapa tan feliz o más de la ya vívida.

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  2. ¡Qué ricos los donuts blancos y negros!! ¡Y las tortas de aceite!! Los vamos a echar de menos...

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  3. Buenas tardes, disculparme si no es el sitio apropiado, colecciono esos vales, habría alguna forma de contactar para poder tenerlos en mi colección. Buen articulo. Saludos.

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