martes, 28 de junio de 2016

LA TEJERA

Esta mañana he visitado las instalaciones de lo fue en su día una de las tejeras que hubo en Villafranca, concretamente la tejera que hoy linda con el parque que lleva su nombre, ubicado al borde de la carretera de Adamúz. 


Vista desde satélite de la tejera



Esta tejera es adquirida por D. Francisco Copado Oporto en la década de los 40 y estuvo en funcionamiento hasta el año 1982. La materia prima se suministraba también del término de Villafranca, por lo que abarataba los costes de producción, concretamente de la finca de El Lomo, en unos terrenos que eran del Ayuntamiento, este no les cobraba ningún impuesto en metálico, se los cobraba en especies, o sea al año retiraban lo estipulado de lo que se fabricaba según sus necesidades.

Entrada nave fábrica

En los mejores años de producción esta tejera dio empleo a unas 20 personas. En mi visita me atienden amablemente su hijo  D. Rafael Copado Valverde, que a su edad de 92 años, no pasa un día que no visite la tejera para cuidar un pequeño huerto que tiene en la misma, lo acompaña también en el momento de mi visita, su sobrino y panadero Alfonso Ramírez Copado, el cual me atiende para enseñarme lo que queda de la antigua tejera.

Explanada para secar ladrillos y tejas, ahora convertido en un pequeño huerto.


En la serie de fotos que expongo se puede ver lo que era la nave donde estaba, se puede decir, la cadena de producción de los ladrillos, parte de ella esta derrumbada. Aún quedan vestigios del primitivo horno que era similar al que actualmente tiene el Cantarero y donde se puede apreciar la entrada al horno, ahora tapiada.


Nave donde estaban las maquinas.

Pequeña habitación que hacía las veces de oficina.

Cuadro general eléctrico y cuadro de contadores.

Boca tapada del antiguo horno.


Como la producción iba en aumento se construyó un horno mayor, en el cual me he adentrado y está formado por varias entradas a un lado y a otro. Este horno en su parte central tiene un muro, formando un bóveda circular alrededor del mismo. Me dice Alfonso que la bóveda era más alta pero que con las distintas inundaciones de riadas se ha ido acumulando barro subiendo el nivel del suelo.



Una de las galerías del interior del horno.
Una de las entradas al horno.


Me cuenta Rafael que también tuvieron en producción otra tejera que estaba en la explanada Las Mercedes, donde actualmente están los talleres de Castillejo, esta era de su primo Francisco Gómez Valverde y que los trabajos lo iban haciendo alternativamente año sí y año no, en una tejera y en la otra, hasta que su primo se la vendió al alcalde Pedro Nieto que montó nueva maquinaria y la última producción de ladrillos que se hizo por “Copao” el del camión, fueron por encargo de “Manolito Muñoz”para la construcción del cine Cervantes.


Conservan algunos moldes de madera que utilizaban para hacer los ladrillos macizos y me enseñan otro, este es metálico, que se utilizaba para la fabricación de las tejas, todo esto a mano, el cupo diario que tenía cada uno era de 1.200 unidades. También se fabricaba ladrillos huecos, estos con maquinaria.
Molde metálico para teja.

Molde ladrillo macizo.

Otro modelo de molde.


En el interior del horno se puede ver restos de ladrillos crudos porque no se llegaron a cocer cuando se cierra definitivamente esta fábrica en 1982. En otra parte del horno hay una pequeña acumulación de tejas y ladrillos, fruto de la recopilación que hicieron los componentes de la antigua asociación “Amigos del Calvario”, materiales destinados para la restauración de la ermita de El Calvario, los cuales no se pudieron utilizar por la pérdida del contencioso con el propietario de la finca.

Almacenamiento de tejas, destinadas para la reconstrucción de la ermita de El Calvario.


Curiosamente me enseñan otro molde que formaba parte junto con otros de distinto tamaño para la fabricación de los 32.000 ladrillos utilizados para construcción de la chimenea de la antigua fábrica del cristal y que aún sigue en pie majestuosamente. 



Otro modelo de molde de ladrillos para la chimenea de la antigua fábrica de cristal.


Creo que merecería la pena que el horno que aún se conserva medianamente bien, se interesaran nuestros gobernantes en subvencionar con pequeñas tareas de mantenimiento para que no desaparezca otra parte de nuestro patrimonio.


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