Antonio en su mesa de trabajo de la torre de San Miguel, lugar donde expone su obra. |
Si hace unos meses te
felicitábamos por haber alcanzado el siglo de vida, hoy tristemente nos tenemos
que despedir. Por desgracia, esta maldita pandemia cortó de raíz las charlas
que veníamos manteniendo en lugares como la torre de San Miguel, donde exponías
tus obras de artesanía, también en tu casa o en la cochera de la calle Federico
García Lorca, donde tu barco ha quedado amarrado en puerto seco sin su capitán.
Parece casualidad o el destino quiso que nacieras en 1920 con los últimos
repuntes de la pandemia llamada “gripe española” y ahora con más de cien años, te
vayas en plena batalla de otra pandemia.
Con la misma reflexión tuya con la que finalicé mi felicitación de tu aniversario, quiero finalizar esta despedida: “A lo largo de mi vida, tan solo dos verdades he podido detectar, que son el nacer y el morir, que ni el tiempo ni el hombre pudieron cambiar". Descansa en paz capitán. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario