Hace poco cayó en mis manos un libro escrito por Manuel, del cual no tenía conocimiento de su edición, el libro se titula “Poesías, curiosos relatos y algo más”. Como su titulo indica es un libro de poesías, dedicadas sobre todo a sus hijos, familia y amigos y por otro lado narra curiosas anécdotas de su vecino el barbero, Isidro Gómez y que después de leerlas me parecen interesantes para editarlas en este grupo, pero que por la extensión de algunas, aún no se cómo lo voy a plantear.
Manuel que cuenta hoy con 94 años, viudo de Doña Maruja Gisbert, que contrajeron matrimonio en 1946(ABC, página Ecos de Sociedad, miércoles 22 de Mayo de 1946) y padres de ocho hijos, le gustaba escribir pero como afición, sin ningún interés de que sus escritos saliesen del ámbito familiar, pero ante la insistencia de su primo D. Emilio Jurado y aprovechando que por aquel entonces, Antonio Gavilán, el hijo de Manuel, trabajaba en una imprenta, decidieron recopilar sus escritos y editarlos en un libro.
Hoy solo os voy a dejar el prólogo del libro escrito por D. Emilio Jurado, como inicio de los relatos que Manuel hace de Isidro, el barbero y que él mismo dice en unas aclaraciones previas:
“Los casos de Isidro el Barbero y su entorno familiar, que se incluyen en este mismo volumen, los escribí ante la insistencia de mi hijo/hijas, porque decían que valía la pena guardarlos como recuerdo de un personaje tan singular como irrepetible. (Dada nuestra vecindad, de siempre, en la calla Alcolea, yo conocía a fondo su vida y sus peripecias, así como la del resto de su familia".
PRÓLOGO
Manuel Gavilán Blanco es mi primo-hermano... más hermano que primo, no sólo por la sangre sino por el espíritu. La identidad de sangre y la semejanza de sentimientos me han hecho cumplir con la edición del presente resumen de su obra literaria, la promesa, que me hice años ha, de que no quedara olvidada, para los muchos miembros de nuestra numerosa familia (la familia Gavilán de Villafranca de Córdoba y de algún otro pueblo), la figura modesta y a su vez señera de quien, entre nosotros utilizamos para designarnos, con el diminutivo y cariñoso calificativo de «primito», previo a nuestro nombre. Manuel Gavilán Blanco, para mí es algo más que un pariente proximísimo y entrañable.
Es un ejemplo exquisito de lo que es ser un buen católico, un seglar que irradia apostolado, sólo con su ejemplo. Un señero viviente de lo que debemos ser los católicos sí practicantes. Nació y vivió siempre en nuestra Villafranca natal. Hijo único y pronto huérfano de madre, conoció sus primeras enseñanzas en nuestro pueblo, pasó durante breves años por el Colegio de los Hermanos Maristas, el «Colegio Cervantes», ubicado en sus primeras actividades en la calle Barroso de Córdoba, donde le acompañé o me acompañó, teniendo yo muy pocos años en mis primeros balbuceos educativos. Sus obligaciones de hijo único y agricultor le forzaron a hacerse cargo del patrimonio familiar, siendo muy joven, por obediencia y deber; teniendo vocación de intelectual, con esfuerzo y sin título profesional alguno, es un estudioso de la literatura, de la astronomía, de la cultura cristiana, colaborador de la Parroquia y agudo observador de nuestras costumbres pueblerinas, dotado, como lo está, de un amor y una admiración exquisita por lo divino y lo humano de la Naturaleza (cielo y tierra). Y un cantor de lo mínimo (cuasi franciscano) y de lo excelso de ese mundo espiritual, al que trasciende la contemplación de lo creado y de su Creador. Tiene y ha tenido siempre un sentido crítico de cuanto ve y ha visto, con cierta ironía bondadosa de los detalles más humanos y caricaturescos de nuestro pueblo, de nuestras gentes; así como de personajes singulares y queridos, de vivencias inolvidadas e inolvidables para nuestros paisanos, que ha reflejado, en lo que denominado «Relatos», y él ha compilado en ellas y en sus versos.
Y en ellos, en sus versos, es en los que refleja la exquisitez de su espíritu, no tanto por lo que dice, sino por cómo lo dice, y firma con el seudónimo de «Constantino Caminero!. Alusivo a su perenne caminar, en atardeceres y amaneceres, por nuestros campos, siempre, aún en su vejez.
ABC, 22 de Mayo de 1946 |
En un mundo literario en el que su modestia le ha impedido pretender o hacer publicaciones de su obra, ha llegado a sus ochenta y tres años, sin que se conociera (fuera del ámbito de sus íntimos), su, para mí, digna de divulgarse (siquiera sea, también, para íntimos, conocidos y menos conocidos), ejemplar obra literaria, así, en cumplimiento de una promesa cordial, de mí afecto y admiración por su persona y por su sensibilidad poética, aquí tienen sus amigos y mis amigos en esta publicación, mi rendido homenaje a mi primo hermano Manuel Gavilán Blanco, con cariño entrañable y mi devoción por su persona y por sus escritos.
También publicamos la muestra de su rara sensibilidad para hacer dibujos caricaturas de personas populares y amigos pueblerinos. Junto a todo lo dicho, no debo olvidar, para los lectores desconocedores del autor, que lean este modesto compendio de lo escrito por él, que ha sido un modélico Delegado y Director sucesivamente de Caja Sur en nuestro pueblo. Y para todos, que es un ejemplar esposo y un insuperable modelo de padre de numerosa familia, a todos cuyos miembros me honro en querer.
Emilio Jurado.
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